Mié. May 15th, 2024

Este hombre que veis en la foto es José Luis Ferris.

Uno de los escritores actuales de reconocido prestigio, novelista, ensayista y poeta que en estos días está dando a conocer su último libro «El animal que habito» y que tuve el inmenso placer de escuchar y saludar en la presentación de su poemario en la ciudad de Elx, en la nueva aula, sede de la UMH, la Universidad Miguel Hernández y situada en el mismo centro de la ciudad. Le acompañó en la mesa, D. Juan José Ruiz Martínez, rector de la UMH en la labor de presentación del escritor. Eso sucedió el pasado 19 de septiembre, lunes, pero no ha sido hasta hoy, durante  este fin de semana que he podido disponer de unos minutos para compartirlo desde mi página.

Y podríais pensar que fue una presentación aburrida donde todo giraba alrededor de su libro, con un recital de poemas al uso, y te equivocarías. Su libro estuvo en el centro, como no podía ser de otra manera, pero realmente todo giró sobre la Poesía, con mayúsculas, que llena la vida de los hombres y los toca, con su aleteo incesante para que sigan naciendo generación a generación de nuevos poetas. Su libro era el final de todo ese batir de alas ese 19 de septiembre, que mostraba a mis ojos de aprendiz de escritor, su trayectoria poética, y donde realmente disfruté de escucharle, como hacía mucho tiempo que no disfrutaba. No era una intervención «mecánica», calculada, en la que todo estuviera medido. En los ojos de José Luis Ferris se mostraba el brillo de las personas que viven una pasión, súbitamente  encendidos como dos luces enormes cuando empezó a contar aquella historia en la que un poeta visitó su clase, siendo un niño y empezó a dibujar en la pizarra. Era José Hierro. Así, si no me falla la memoria empezó su presentación. Y siguió, recordando en ese baúl de vivencias, explorando qué había pasado hasta llegar a escribir el libro actual.

Fríamente podríamos decir que ha sido finalista en 1985 del Premio Adonáis de Poesía por Cetro de cal. Que su libro Piélago fue Premio de la Critica de la Comunidad Valenciana en 1986. Fueron los años donde se dio públicamente a conocer y a ser un poeta valorado por todos. Y perdonad un inciso. Este libro, Piélago, fue prologado por el poeta zamorano Claudio Rodríguez que citaba una entrada anterior, en estos días de descanso en Zamora, durante el mes de Agosto. Ha escrito novela, ensayo. Galardonado con el Premio Azorín por Bajarás al reino de la tierra en 1999. Aunque, paradójicamente, sea inmensamente conocido por sus estudios sobre nuestro Miguel Hernández, nuestro poeta de Orihuela, que han quedado plasmados en varios libros biográficos.

Todo esto dicho así fríamente, os aseguro que no es nada. No transmite emoción alguna. Habrán miles de intelectuales galardonados por otros premios. Sin embargo, en boca de José Luis Ferris, donde evocaba cómo había seguido ligado a la poesía durante todos estos años, que le había permitido conocer a grandes intelectuales, poetas, humanistas, era una vivencia viva. La charla se me hizo corta. Incluso puedo compartir que me emocioné al escucharle. Así se lo dije a él cuando me acerqué a saludarle y para que me firmara su libro.

Yo lo había comprado hace algunas semanas. Y por supuesto ya lo había leído y  lo había compartido en mi perfil de Instagram, en el área de historias, con alguna fotografía y un video en el que os mostraba uno de los poemas que más me gustaron. Esta foto es una de ellas.

 

Editado por Elenvés, es un libro con una edición muy cuidada. Con doble solapa y varías páginas de color verde que lo embellecen, abriendo y cerrando el ejemplar. Es la sensación que tuve al hojearlo cuando lo recibí y cuando posteriormente hice la lectura.

En cuanto al contenido, es un libro que a mi personalmente me ha encantado. No puedo menos que recomendarlo. He disfrutado su lectura. Yo, que no había leído nada de Ferris hasta ese momento. Aunque reconozco que a mí, por mi forma de entender la poesía, me haya sentido mas identificado con la parte segunda, en la que se recogen unos poemas mas clásicos, de los cuales yo resalté en mis anotaciones La lluvia en Central Park y sobre todo Canción de cuna para Clara.

El libro se divide en tres partes, donde el lector inicia su viaje a su interior a través de lo que el poeta identifica con adagios, con poemas concisos y mas breves, que hacen reflexionar al lector, como una colección de golpes que le sacuden al saborearlos. La parte segunda es un viaje a una poesía mas normalizada como tal, dentro de lo que conocemos como verso libre. Y finalmente, cierra el libro la brevedad de unas línea de pensamiento. Cuarenta, concretamente. Un poema para iniciar la lectura, como es su homenaje a Pablo Neruda en el poema Niebla. Y un poema para cerrar el poemario, como decía, durante el acto, el poeta: Coda. Para despedirse del lector:

[...]
Acércate y escucha:
el tiempo es una fiesta los días que me escribes,
la manera mas bella de creer que regresas,
de seguir el ejemplo de los ríos agraces.

En esta imagen que luzco bien lustroso que diría mi madre, me podéis ver en el momento en el que le pedí que me firmase su libro al final del acto. Y aunque pudiera deciros que fue realmente así, lo cierto es que estaba tan nervioso que olvide dejar este recuerdo. Fue María Teresa Lopez, mi amiga y miembro de la Tertulia El Cresol, la que me hizo volver a la mesa para inmortalizarlo.

—¿Cómo te vas a ir sin hacerte una foto con José Luis?, exclamó. —No hombre, no. ¡Tira y tira…!— cerrando el tema con esa determinación que tiene la amistad de la buena.

Y me hizo volver a la mesa y pedirle a José Luis que «fingiéramos» que me estaba firmando el libro y él, se prestó con empatía y buen humor a nuestra petición. ¡Qué paciencia la de los escritores!

 

 

Así que esa foto trae a mi memoria las dos siguientes. Son los miembros del grupo la Tertulia El Cresol de Crevillente.

Todos fueron a la presentación a arropar a José Luis. Y sí, efectivamente me hice la foto con ellos, porque de alguna forma, ese día también me vinculé al grupo. Esa mujer que luce sonriente en el centro es María Teresa. Ella me presentó a los miembros del Cresol que la acompañaban, aunque a muchos de ellos ya los conocía, porque nuestro pueblo es pequeño y todo el mundo se conoce.

Y sabéis ¿por qué estaban ahí?: José Luis Ferris se siente un «cresolano» más y ha participado en muchas actividades de El Cresol. Hay una excelente amistad y todas los miembros del grupo que conocen al escritor me lo describen como un ser humano lleno de empatía y accesible. Y todos ellos quisieron estar junto a él, en la presentación de su poemario, acompañándole. Todos orgullosos de tener su libro entre sus manos aquella tarde.

 

 

 

Esta es la historia de una presentación.

Quizás el tiempo me permita rememorarla si algún día mi poesía logra tocar también el alma de quienes la lean, como lo ha hecho la poesía de otros poetas, como lo ha hecho también la poesía de José Luis Ferris. Tengo mis tres o cuatro incondicionales que me quieren un montón y que les gusta como escribo. Y eso, ahora mismo para mi es suficiente. Pronto estará publicado mi segundo libro. Falta nada.

Mi compromiso con la poesía nació cuando tenía quince años, con mis primeros versos de amor y desamor. Posiblemente si pudiera hablar con ella, con la Poesía, ésta me diría mirándome a los ojos:

—¿Dónde estabas?. Te estuve esperando y no venías. ¡Qué mayor te veo! ¡Si eras solo un niño cuando te conocí!. Ven, siéntate a mi lado y vamos a compartir un poema.